Que nuestro bebé esté bien alimentado es algo que nos preocupa a los papás y mamás. Puede parecer algo complicado salir de nuestra zona de confort. En esa zona de confort tenemos el supermercado cerca con los productos y marcas de confianza, los utensilios de cocina necesarios para hacer papillas y triturados, una nevera siempre a mano para guardar el yogurt de la merienda, etc. Pero con un poco de información y guiándonos por nuestro instinto, las ganas de probar nuevos sabores y texturas de nuestros peques, la alimentación de un bebé de viaje no tiene por qué plantear ningún problema.
En los viajes la lactancia materna resulta ser la gran aliada. No solo es la opción más cómoda y económica, sino que es la más recomendada. La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante los 6 primeros meses y como fuente principal de la alimentación hasta el año. A partir de ahí, recomienda mantenerla hasta los 2 años o hasta que mamá y bebé lo decidan.
Hasta el primer año de vida la lactancia materna nos asegura que nuestro bebé está recibiendo los nutrientes que necesita y en la cantidad que necesita (salvo excepciones). Por ello, si estamos en Japón, en Sudafrica, o en el ártico, podemos estar tranquilos: la teta de mamá siempre va a estar ahí.
Pero es cierto, a partir de los 6 meses el bebé debe ir introduciendo los demás alimentos para poder llegar al año con la posibilidad de llevar una dieta variada y equilibrada. Y aquí llega el segundo gran aliado para la alimentación de un bebé en viaje: el Baby Led Weaning. ¿Baby quéeee? Se trata de un método de introducción de la alimentación complementaria que deja atrás los tradicionales triturados para comenzar directamente a ofrecer alimentos sólidos. Se traduce como alimentación autorregulada por el bebé. Uno de los principios básicos del método es ofrecer, pero nunca forzar, de forma que es el bebé el que decide qué cantidad de alimento se lleva a la boca.
No sabemos si se debe al método, pero lo cierto es que tras pocos meses de ponerlo en práctica Daniela pueda come prácticamente de todo y en casi cualquier lugar encontramos algo que ofrecerle. El hecho de que desde los 6 meses comiera las frutas y las verduras sin triturar hace que viajando con ella sólo tengamos que acercarnos al mercado de la ciudad para comprar fruta fresca, pedir una tostada con aguacate para desayunar, o una parrillada de verduras a la brasa o al vapor para comer, o una tortilla de papa bien cocida para cenar…. ¿fácil de encontrar, verdad?
Resulta realmente sorprendente cuando de pronto ves comer a tu hija una fajita de pollo sin apenas dientes. Así que sí, si estamos en Asia podrá comerse un plato de arroz o tallarines con verduras, si nuestro destino es Italia un buen plato de pasta, o si nos decidimos por Méjico, unas quesadillas o tacos del país.
Para seguir este método de alimentación complementaria la información es poder. Hay cantidad de libros y cursos sobre este método, e información sobre los alimentos con riesgo de asfixia, o las mejores formas y cocciones para ofrecer un alimento (por ejemplo, nunca debe ofrecerse una salchicha cortada en rodajas). Y además, hacer un curso de primeros auxilios nos parece una valiosísima herramienta para estar tranquilos. Hay muchos online y también suelen impartirse en grupos de apoyo a la lactancia o en centros de salud. Tener seguridad en lo que se está haciendo es quizás lo más importante, y estar informados y formados por si ocurre un incidente nos da esa seguridad.
Una de las herramientas fundamentales a la hora de seguir este método de introducción de los alimentos es confiar en el pequeño. Es increíble como transmitimos a los bebés nuestras propias sensaciones. Si estamos preocupados, ansiosos, alertas, nuestros hijos lo notan.
Pero ¿cómo nos preparamos para la alimentación de un bebé en viaje que no es amamantado? ¿y si preferimos que tome triturados?
Muchas familias ofrecen leche de fórmula a sus bebés durante los 6 primeros meses de vida, bien por elección, bien por imposibilidad de lactar. Como decíamos antes, con la lactancia materna todo resulta más cómodo, pero la lactancia artificial no nos impide viajar en absoluto, y hay algunos trucos que pueden ayudar a hacer la experiencia más cómoda.
El primero de ellos es llevar la leche de fórmula desde casa. Es cierto que en casi cualquier lugar encontrarás una farmacia o supermercado donde vendan este tipo de productos. Pero puede resultar que a nuestro peque no le siente bien, o no le guste la leche de otra marca y nos veamos perdidos.
El segundo truco es llevar un dosificador de polvos para tener preparadas las distintas tomas. Así, podremos dejar el bote de leche en nuestro alojamiento y salir sólo con lo imprescindible.
¿Y qué hacemos con el agua? Bien, con esto tenemos varias opciones: pedir que nos calienten el agua en el restaurante, cafetería, hotel… o llevar un calentador. Si el bebé es aún pequeño y realiza muchas tomas durante el día, quizás lo mejor sea contar con nuestro propio calienta-biberones. Si por el contrario, el bebé es ya más grandecito y apenas hace una o dos tomas nos lo podemos ahorrar sin problema. Y aquí viene el tercer truco: calentar el agua con una resistencia. No ocupa nada y se puede enchufar en cualquier lugar. Lo único que nos hace falta es un vaso de cristal o una taza. De esta forma nos ahorramos el trasto del calentador y estar pidiendo que nos calienten el agua.
Puedes conseguir una resistencia aquí.
Pero cuando ya toman leche de vaca sí nos va a hacer falta el calentador. En algunos países no se permite que los establecimientos calienten comida o bebida de los clientes. Además, si el peque pide tomas de madrugada y nuestro alojamiento no cuenta con microondas, ¡no querremos bajar en pijama a recepción para pedir que nos calienten la leche!
Cuando se empieza la alimentación complementaria es quizás cuando más nos preocupa esto de la alimentación de un bebé en viaje. Si no se quiere aplicar Baby Led Weaning, podemos alojarnos en apartamentos o casas vacacionales, donde podamos contar con cocina, y asegurarnos con antelación que cuentan con una procesadora de alimentos, batidora o miniprimer o llevárnosla desde casa. Y siempre podemos hacer uso de los clásicos potitos.
Cuando estamos de viaje, y también alguna que otra vez en casa, comemos y cenamos en restaurantes. Cuando se une un pequeñín a la familia buscamos en la carta el apartado “menú infantil”. Pero hemos de decir que no hemos encontrado ni un sólo menú para los pequeños que salga de los espaguetis con tomate, los nuggets de pollo y poco más.
A nuestro juicio, los menús infantiles deberían consistir en raciones pequeñas de aquello que se ofrece a los adultos. ¿Por qué no unas verduritas variadas, un filete de pescado fresco, unos tacos de carne mechada…? Nosotros hemos optado pedir siempre varios platos para compartir entre los 3, y nos ha ido genial.
Independientemente del modelo que elijas para alimentar a tu bebé, nosotros sin duda recomendamos acostumbrar al peque desde chiquitín a probar diferentes texturas y sabores. Ni siquiera se trata de seguir un método 100% si no estamos seguros o no compartimos sus pautas. Pero se les puede ofrecer un plátano machacado con un tenedor con un poquito de naranja exprimida, una pera bien madura machacada también con tenedor, una manzana rallada. Las verduras también dan esa posibilidad de ofrecerlas en diferentes texturas, como zanahoria hervida molida con el tenedor, brócoli hervido, puré de papas… Y lo mismo con legumbres… y poco a poco se puede ir introduciendo más solidez ofreciendo carnes, pescados, huevos… A nosotros nos ha funcionado de maravilla combinar esto con la lactancia materna y algún que otro potito cuando estábamos de viaje.
¿Y tu peque? ¿Cómo se alimenta fuera de casa? ¿Alguna truco?
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