Era finales de mayo. Con Isa embarazada de 6 meses nos queríamos dar un último capricho antes de ser padres, así que nos animamos a visitar una de las islas más coquetas que jamás hayamos visto: Menorca.
Cinco días y un coche nos reservamos para patearnos todo lo que pudiéramos de ésta isla, sólo para darnos cuenta que ni muchos más hubieran bastado para ver la mitad de lo que nos hubiera gustado. Nuestro centro base se situaba en un hotel de Cala Galdana.
A lo largo de ella descubrimos calas turquesas, pueblos de piedra blanca, restaurantes de un comer exquisito, y gente amable con tintes ya del norte de Europa.
Así que nuestra barriga de seis meses y nosotros dos, nada más llegar a Menorca por la tarde noche, nos dirigimos a Cala Galdana, en el sur del mapa, que sería nuestro centro base a pie de playa. Era el hotel Melia Cala Galdana, muy recomendable para familias. Quisimos darnos el capricho de alojarnos en la versión “VIP” de este hotel. Pagando un extra te aseguras habitación con vistas al mar, piscina infinita de cara a la playa, restaurantes a la carta para cenar, y desayuno exclusivo. Era nuestro viaje del año, así que para nosotros mereció la pena pagar el suplemento.
Cala Galdana nos pareció muy práctica. Si lo que queréis es no caminar en absoluto, esta es una buena playa y está casi pensada para familias con niños. Tiene una serie de restaurantes y hoteles donde os podéis tomar algo. En la terraza del hotel Artiem Audax nos tomamos un café espresso muy rico con vistas a la cala espectaculares.
Siempre viajamos despacito, eso que ahora se conoce como slowtravel, sin prisas, disfrutando de cada rincón, y si no da tiempo a verlo todo, ¿qué mejor que dejar algo para la próxima visita? Pero ahora, con una buena barriga rellena de unos dos kilos de bebé, no nos quedaba otra que hacer de nuestra forma de viajar un “¡obligatorio!”. Aun así, en nuestro viaje a Menorca en 5 días nos dispusimos a abandonar Cala Galdana cada mañana y darle a nuestros ojos el gusto de ver numerosos paisajes para guardar en la retina.
Desde Cala Galdana pudimos visitar a pie la famosa Cala Macarelleta, pasando previamente por Cala Macarella. Tras un paseo de unos 20 minutos por un tramo del Camí de Cavalls, que da la vuelta a la isla, en unos 20 tramos. Es en ocasiones ancho abrigado por la sombra de los árboles, y en ocasiones estrecho, con escalones en roca y a pleno sol. Pero si Isa pudo hacerlo con su barriga, prácticamente cualquiera podrá. Nuestro consejo es ir temprano para disfrutar de un pedacito de playa sin una multitud alrededor. El entorno es de película: pequeños acantilados calcáreos guardando la cala, veleros varados en mitad de la foto, y un mar cristalino color turquesa, al que no hace falta añadir ningún filtro.
Pero lo cierto es que ese paisaje se repite a menudo en la costa sur. Y es que tras cumplir con la visita obligada a Cala Macarelleta, nos dirigimos otra de las mañanas, también a primera hora, a Cala Mitjaneta.
También puede llegarse a ella desde Cala Galdana por el Camí de Cavalls, en un paseo de unos 15 minutos bastante cómodo desde el mirador de Sa Punta. Cala Mitjaneta nos sedujo nada más llegar a ella. Desprendía algo especial. Quizás lo pequeñita que era. Quizás que nadie nos había hablado de ella. En cualquier caso, llegar y plantar nuestros pies en la arena desierta nos pareció un lujo. Poco a poco fue llegando gente, y al tiempo fue subiendo la marea, y el pequeño trocito de arena con que cuenta esta cala fue desapareciendo bajo el mar.
Otra de las calas que no podemos dejar de recordar es Cala en Turqueta. Para llegar también hay que dar un pequeño paseo, la mayor parte del tiempo bajo la sombra de los árboles, desde el parking hasta la playa. Nos recibe la arena blanca y el mar turquesa, pero también un entorno agradable para dar un paseo por el pequeño acantilado que la guarda.
Nos dirigimos a la completamente distinta costa norte de Menorca. Allí sabíamos que eran imprescindibles la playa Cavallería, el pueblo de Fornells, la playa Pregonda y el faro de Cavallería, entre otros. La primera a la que llegamos fue Playa Cavallería, donde acudimos relativamente temprano (llegamos pasadas las 9.30, que teniendo en cuenta Cala Galdana a 30 mins, tampoco fue tanto el esfuerzo). Y no había apenas nadie…dejamos el coche en el aparcamiento y tras un corto paseo, con vuelo de dron incluído, nos sumergimos en un paisaje totalmente distinto al que habíamos visto hasta ahora en el sur. Desenfundamos la toalla, anclamos la sombrilla y nos dispusimos a pasear su orilla.
Sin darnos cuenta, en este viaje nos habíamos autoimpuesto una rutina diaria: Para las playas reservábamos la primera hora del día, tras un baño de relax, marchábamos a comer a algún pueblo y así trotar por la zona de turno a lo largo de la tarde.
Desde la Playa de Cavallería visitamos el pueblo de Fornells y el Faro de Cavallería. Fornells es un pueblo de pescadores que merece el paseo por sus calles blancas, comer en alguno de sus buenos restaurantes y caminar por su puerto que viste su larga bahía. Este bonito pueblo es la única población de la costa norte. Por su parte, el Faro de Cavallería nos da una bonita perspectiva de la costa norte de la isla y además es lugar ideal para ver atardecer.
En la costa oeste de la isla encontramos calas como Cala Blanca o Cala Santandria, más urbanas que las de la costa sur que hemos comentado, pero en las que resulta igualmente apetecible darse un chapuzón y sentarse un ratito en su fina arena.
Desde Cala Galdana queda muy a mano Ciutadella. La Ciudadela de Menorca rebosa coquetería. De la señorial Plaza del Borne o Plaça des Born, que aloja al Ayuntamiento y al Teatro municipal y que está presidida por un obelisco, emergen pequeñas callejuelas estrechas que conforman el casco histórico. Hay que perderse por estas calles, dejándose llevar por la llamada de las tiendas de artesanía o los locales para para a tomar algo, hasta llegar al puerto de la ciudad, no sin antes pasar por la Catedral de Menorca, de estilo gótico y que data de los siglos XIII y XIV.
Nos encantó Binibeca, al sureste de la isla, y a pocos kilómetros de Mahón, su barrio Binibeca Vell es un sitio de arquitectura de los años 70 muy peculiar. Y aunque parezca mentira, está habitado. Desde Binibeca y a unos 30 mins en coche hacia el este, nos fuimos a ver atardecer a uno de los lugares más recomendados: la Cova d’en Xoroi. El lugar nos encantó. Parece una obra de arte mimetizada con la naturaleza con unas vistas al atardecer de película. Eso sí, prepárate para compartir espacio con una multitud incluso en temporada media-baja.
Mahón es el mayor núcleo de población de la isla y su centro administrativo. Dejamos la visita para el último día pensando que nos encontraríamos con la típica ciudad feilla con poco para ver. Pero nos equivocábamos totalmente. Nos sorprendió gratamente su centro histórico, más grande que el de Ciutadella y, si no tan coqueto, sí nos resultó digno de pasear. Aquí comimos en el mejor restaurante que probamos en el viaje: Ses Forquilles, y compramos productos típicos en El Paladar.
Y con pena pusimos rumbo al aeropuerto. Nos dejamos muchas cosas para ver o hacer, como el faro de Favaritx, calas como Sa Mesquida, pero como decíamos más arriba, ¿qué mejor que dejar pendientes y tener excusas para volver? Aunque Menorca no necesita excusas. Nos parece destino ideal para repetir.
Si te ha gustado este post sobre Menorca en 5 días, aquí te dejamos una descripción algo más extensa de lo que para nosotros son los imprescincibles del viaje: 5 IMPRESCINDIBLES EN MENORCA
Descubre el hotel en el que nos quedamos y te recomendamos aquí.
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