Día 1: llegada a Playa del Carmen
Día 2: Xcaret
Día 3: Playa del Carmen – Tulum
Día 4: Tulum
Día 5: Tulum – Valladolid
Día 6: Chichen Itzá – Izamal – Mérida
Día 7: Mérida
Día 8: Mérida – Holbox
Días 9 y 10: Holbox
Día 11: Holbox – Cancún
Día 12: Cancún
Día 13: vuelta a casa
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Volamos con Aireuropa desde Gran Canaria a Cancún vía Madrid. El trayecto entre Madrid y Cancún dura unas 11 horas. Por experiencias anteriores en vuelos transoceánicos esperábamos al menos una comida principal y una merienda o desayuno, así como servicio de bebida durante el vuelo. Pero una vez despachada la primera comida al poco de despegar, todo lo demás era de pago. Así que, al menos con esta compañía aconsejamos llevar agua y algún tentempié o preparar el bolsillo.
Si te preguntas cómo nos fue el vuelo con nuestra niña (3 años), ¡fue perfecto! El avión contaba con pantallas individuales para ver películas y también contenido para niños. Eso sí, si no llevas auriculares con auxiliar cilíndrico, también te los cobran. Si vas a viajar con peques y te interesa saber qué llevamos nosotros para entretener a la peque sin recurrir a las pantallas, aquí te dejamos este artículo: ENTRETENER A UN NIÑO EN UN AVIÓN
De la llegada al aeropuerto de Cancún te interesa saber que, al menos viniendo desde España, hay que rellenar un formulario con determinados datos como vuelos de ida y vuelta o dirección de alojamiento. Nadie en la aerolinea nos habló de este formulario así que nos encontramos con que nos tocaba pasar el control de pasaportes sin tenerlo listo. Si no te dan el formulario en el avión (como nos ocurrió a nosotros), pregunta por él según llegues a la terminal y así lo vas rellenando mientras haces la cola.
La recogida de equipajes fue un poco desastre. Tardaron más de una hora y no indicaban con claridad la cinta por la que saldrían las maletas. Si tienes opción de no facturar es posible que te ahorres esa espera.
Equipaje en mano empieza la aventura. Si no llevas contratado el traslado al hotel te intentan captar por todos los medios distintas compañías. Espera a salir del edificio del aeropuerto, como si hubieras contratado el transporte, y ahí hay compañías de taxi. Acuerda el precio previamente. Una buena idea si no sabes cuánto es normal pagar es preguntar en alguno de los stands de compañías como TUI. Te dirán qué precio es razonable. Nosotros pagamos 100 dólares hasta Playa del Carmen, a las 11 de la noche y con silla de niño (todos los precios que encuentres en este artículo se refieren a abril de 2022).
Comenzaba nuestra ruta de 12 días por la península de Yucatán.
Nos alojamos en el hotel Riu Playacar. Las instalaciones no eran las más nuevas, pero por el precio nos pareció que acertamos. Tiene varias piscinas, una de ellas con pequeños toboganes y juegos de agua para bebés y niños pequeños, y una zona solo adultos con bar-piscina. La calidad de las comidas es muy buena, tanto desayuno, snacks, comida, cena…y también se nota calidad en las bebidas. Está en primera línea de playa y cuenta con zona de tumbonas en la misma arena. Destacar también la amabilidad y el hecho de que no sentimos ninguna presión para dar propinas (cosa que según hemos leído es común en los hoteles de la Riviera Maya.
Playacar es una urbanización de acceso privado, lo que da sensación de seguridad. Frente al hotel teníamos casas de cambio, tiendas, Starbucks, y otros servicios. Para llegar al centro de Playa del Carmen se puede ir andando en una media hora o bien taxi. Si optas por andar, evita las horas centrales del día.
Xcaret es un parque temático que nos pareció una muy buena presentación de lo que nos íbamos a encontrar en nuestra ruta por la península de Yucatán en 12 días. Cuenta con cenotes, ríos subterráneos, un aviario espectacular, animales marinos con posibilidad de hacer snorkel, espectáculos relacionados con la cultura Maya y muy buenos restaurantes.
Nosotros compramos las entradas con antelación aquí: comprar mi entrada Xcaret. Optamos por la entrada Xcaret plus, que incluye una comida en uno de sus restaurantes bufet, taquillas para dejar tus pertenencias, chaleco y aletas para nadar en los ríos subterráneos y equipo de snorkel.
Pasamos el día en el parque y volvimos después de comer. El resto de la tarde la disfrutamos en el hotel.
Después de un muy buen desayuno, visitamos el centro del Playa del Carmen, que básicamente es una calle, la Quinta Avenida, llena de tiendas y restaurantes. Se supone el referente de las compras de las zonas. Pero los precios son carísimos en general (nos querían cobrar por una tarjeta de memoria entre 3 y 4 veces el precio en una tienda de electrónica normal). Evita comprar en la Quinta Avenida. Allí alquilamos el coche con Europcar. Si quieres conocer nuestra experiencia conduciendo la ruta por la Península de Yucatán en 12 días, visita este enlace: ALQUILAR COCHE EN MÉXICO EN LA PENÍNSULA DE YUCATÁN: CONSEJOS
Antes de poner rumbo a Tulum quisimos aprovechar el todo incluido del hotel, así que volvimos a Playacar y disfrutamos un buen rato de piscina, playa y comida. Nos sentó de cine para ganar energía. Acabábamos con buen sabor nuestro primer destino de la ruta por la península de Yucatán.
Del trayecto a Tulum decirte que la carretera es buena, pero teníamos intención de parar en alguna de las playas como Akumal o Xpuhá, pero no vimos el desvío que marcaba google Maps. También es verdad que nos pilló sargazo así que no pusimos mayor interés porque supusimos que no se vería la playa de postal, y tampoco era época de tortugas. Recuerda que la época de sargazo ronda de abril a octubre. Toma nota si eres playero.
Una vez en Tulum tomamos posesión de nuestra habitación del hotel Posada Lamar Tulum y disfrutamos de la espectacular playa.
Quisimos llegar temprano a visitar la zona arqueológica de Tulum por evitar el calor, así que desayunamos y cogimos el coche. El aparcamiento está bien señalizado y se paga aparte de la entrada. Antes de entrar incluso en la zona de aparcamiento te ofrecerán servicios de guía, que también podrás encontrar más adelante. Nosotros no contratamos guía porque yendo con una niña de 3 años y con calor, estos tours se nos hacen pesados…El precio de la entrada libre es de unos 4 euros.
El complejo se recorre fácilmente en una hora. Para bebés o niños pequeños lo ideal es el porteo, aunque puede hacerse buena parte con carrito. Ten en cuenta que desde la zona de aparcamiento hasta la entrada hay un paseo de unos 10 minutos. Hay una especie de tren/bus que hace este trayecto.
Sobre las 10.30 de la mañana, cuando llegaban los tours organizados desde Cancún o Playa del Carmen, nosotros pusimos rumbo a la Laguna Kaan Lum, una buena alternativa a la playa para bañarse con niños si hay oleaje en el mar. Se trata de un gran lago con un cenote de 80 metros de profundidad. Sin embargo, la zona de baño está limitada y no se puede nadar en el cenote. La laguna cuenta con zona de merendero con mesas y bancos a la sombra. También hay varias hamacas sobre el agua y algunos columpios. La entrada cuesta 300 pesos mexicanos (12-13 euros) y sólo aceptan cash. Si llevas dron, por el vuelo te cobran un pequeño extra (no llega a 2 euros).
Nota: cuando nosotros fuimos, la zona arqueológica de Coba estaba en restauración. Queda de camino entre Tulum y Valladolid así que una opción es visitarla.
Nota: a pocos kilómetros de llegar a Valladolid nos pararon en carretera lo que parecían ser trabajadores de mantenimiento de la vía, con chalecos reflectantes y banderillas naranjas. Nos preguntaron si íbamos a los cenotes o a Chichen Itzá. No nos preguntes por qué pero nos olimos algo raro y dijimos que íbamos simplemente a comer a Valladolid. Nos insistieron en que si íbamos a los cenotes o a la zona arqueológica era ahí donde se hacía el registro. No sabemos con qué objeto nos querían parar pero en ningún momento del día o días posteriores nos pidieron registro alguno.
El primer objetivo del día eran los cenotes Suytun. Llegamos a las 10 de la mañana y fue una sorpresa encontrarlo casi sin gente. El principal cenote es precioso, de tipo cueva, cerrado a excepción de una pequeña abertura por donde se cuelan un rayo de sol. Se accede por unos 70 escalones en buen estado (aunque hay que tener cuidado porque el suelo puede estar mojado y resultar resbaladizo). La particularidad por la que se ha hecho famoso este cenote es que se ha construido una plataforma en el centro del cenote que lo hace muy fotogénico. Nosotros no lo vivimos pero hemos leído que se forman largas colas para sacarse la fotografía.
Los trabajadores se ofrecen a sacarte fotos por una propina. Está bien organizado y tiene zona de vestuarios, baños, duchas y una cafetería. El precio de la entrada (unos 6 euros) incluye la visita a otro cenote, esta vez de tipo abierto y con vegetación. Es una pena que esté algo abandonado porque toda la fama se la lleva el otro, pero merece la pena acercarse.
Como alternativa para el caso de encontrarnos con tours organizados y largas colas para entrar al cenote, nosotros habíamos previsto el cenote Chukum, a unos 10 minutos del cenote Suytun y del mismo tipo, cerrado (pero sin plataforma).
Después del refrescante baño en el cenote Suytun fuimos a Valladolid, ciudad colonial que merece un buen paseo. La ciudad forma parte de los Pueblos Mágicos de México.
Es muy interesante darse un paseo por esta ciudad habiendo leído algo de su historia y así saber un poco por dónde caminas. Por ejemplo, saber que la imponente iglesia de san Gervasio (siglo XVI) que luce en la plaza y parque principal Francisco Cantón está construida con material procedente de edificios mayas. Estos mayas dieron pistas de esta procedencia con símbolos semiescondidos aquí y allá por la fachada, y los españoles no parece que se enteraran de ello. Además, fue reconstruida a raíz de un asesinato. Da para una película.
Luego está el cenote Zací. Nosotros no pudimos visitarlo, ya que estaba cerrado cuando llegamos por remodelación. Y con más de 40 grados de temperatura, teníamos toda la intención de nadar en sus aguas.
Después de pasear menos de lo que nos hubiese gustado por Valladolid debido al calor, nos dirigimos a nuestro siguiente alojamiento: la Hacienda Chichen Resort & Spa, en plena selva, con una piscina muy agradable, buena comida y a pocos metros de una de las maravillas del mundo moderno: Chichen Itzá.
Alojarnos cerca de Chichen Itzá fue un gran acierto. Nos permitió llegar a la zona arqueológica a la hora de apertura, las 8 de la mañana. Con ello nos ahorramos pasar un calor infernal si hubiéramos llegado más tarde, así como evitar la hora punta de las visitas de los tours organizados. Estos empiezan a llegar a eso de las 10 de la mañana.
La entrada a Chichen Itzá consta de dos partes: una de 85 pesos que ha de pagarse en efectivo, y otra de 486 pesos que puedes pagar con tarjeta. Si además quieres grabar, incluso con cámaras pequeñas como una Gopro, debes pagar un extra.
Chichén Itzá es Patrimonio de la Humanidad y es una de las siete nuevas maravillas del mundo. Su nombre significa algo así como «la boca del pozo de los brujos del agua».
Si vas con bebé o niños pequeños, la ruta puede hacerse bastante bien con carrito, a excepción de algún tramo algo accidentado. Se puede contratar un guía, lo cual nos parece interesante aunque lo descartamos por ir con la niña.
La Pirámide de Kukulcán, llamada por muchos «el Castillo», es uno de los edificios paradigmáticos de la arquitectura maya. Sus escaleras están construidas para jugar con las sombras que produce la luz del sol llegándose a ver un dibujo de serpiente que se mueve con las horas. Por supuesto, hay cientos de teorías sobre su significado.
A lo largo del recinto te encontrarás numerosos puestos vendiendo artesanía, pero los precios son bastante más caros de los que te puedes encontrar en Mérida o Cancún pueblo.
Chichén Itzá está en mitad de la selva. A veces parecía que en la espesura iba a aparecer en cualquier momento un guerrero maya de los que imaginábamos daban bastante miedo.
Salimos de la impresionante Chichén Itzá hacia el pueblo mágico y amarillo de Izamal, pero de camino paramos en el cenote Yokdzonot.
En el itinerario teníamos marcado el cenote Ik Kil, muy cerca de Chichen Itzá, de tipo abierto y con vegetación. Sin embargo, no nos cuadró bien en ruta (por respetar la necesidad de siesta de nuestra pequeña 🙂 ). Ciertamente, el cenote Yokdzonot no está en la lista de los más visitados, quizás porque se encuentra más allá de Chichen Itzá, pero nos sorprendió gratamente. Es también abierto y en mitad de la selva, con las raíces de los árboles descendiendo por sus paredes. Su explotación nace del trabajo de una cooperativa de mujeres que decidió ponerse en marcha en 2005, consiguiendo que nosotros podamos disfrutar de esta maravilla y con ello dar trabajo al pueblo.
Fresquitos continuamos nuestra ruta hacia Izamal, el pueblo vestido de amarillo. Este es el rasgo más característico del pueblo, pero paseando por sus calles se respira un algo especial; ¿autenticidad, quizás? Amabilidad, gratitud, hospitalidad… visitamos el antiguo y llamativo convento franciscano de San Antonio de Padua, las plazas del pueblo, sus calles… pero no nos hubiera importado nada tener más tiempo para visitar sus casas de artesanos, sus ruinas arqueológicas y disfrutar de su gastronomía yucateca. Por algo ha sido catalogado como «Pueblo Mágico de México».
Su color amarillo se debe a una mezcla de la crisis del henequén con una visita del Papa Juan Pablo II. Los vecinos pintaron sus casas de ese color en su honor, dado que los colores del Vaticano son el blanco y el amarillo.
Como tristemente era la costumbre en época colonial, su arquitectura fue construida por los españoles con las piedras de los antiguos pueblos mayas. El convento franciscano de San Antonio de Padua es quizás el mejor ejemplo. Su atrio es el más grande de América y segundo del mundo (detrás del Vaticano).
Ya con la puesta de sol tras el parabrisas condujimos el coche hacia Mérida, capital del estado de Yucatán.
Amanecimos en el Hotel Fiesta Americana de Mérida. Situado en el extremo norte del Paseo de Montejos, es un hotel con carácter, de esos que bien podrían aparecer en una película de gángsteres de los años 20 ó 30. Nos gustó no sólo el edificio en sí, sino también la habitación, muy amplia y con camas muy cómodas. En parte lo elegimos por tener servicios de restauración en el propio edificio (detalles a los que le damos importancia tras ser padres) y estar muy cerca de la estación de autobuses ADO. Desde ahí partiríamos a Holbox. Además, Europcar y otras empresas de alquiler de coche tienen oficina abierta en el mismo edificio. Así que tras devolver el coche no tuvimos que desplazarnos con las maletas a ningún sitio.
Mérida es la capital del estado de Yucatán. Se considera desde hace años una de las ciudades más seguras y con mayor calidad de vida en México y América en general.
Su rica herencia cultural tiene influencia maya, española, e incluso francesa.
Sin ser ni mucho menos expertos en arquitectura, en seguida nos llamaron la atención sus increíbles edificios, pero sobre todo los de estilo art nouveau, neoclásico, art deco (años 20), el estilo colonial… hasta el edificio del Starbucks era chulo.
Y llegamos al mercado de artesanía maya Hunab ku. Los trabajadores de esta cooperativa nos imbuyeron y enseñaron sobre la cultura maya.
La zona del norte de la península, alrededor de Mérida, era famosa por el antiguo oro verde yucateco del siglo XIX: el henequén. Con este agave aún hoy se tejen las famosas guayaberas o las hamacas. Su auge se debió a que su fibra se utilizaba para tejer cuerdas de barco. Y así es como las haciendas, donde se cultivaba esta planta, hicieron muy ricos a sus dueños.
Con 2 hamacas y un sombrero seguimos hacia la Catedral de Mérida (San Ildefonso, del siglo XVI), que como no, está construida con piedras de ruinas mayas. Es la más antigua de la América continental. Por cierto, el precioso Centro Histórico de Mérida es el segundo más grande del país solo detrás del de Ciudad de México.
En el mercado de Santa Ana compramos unos muy ricos mangos a buen precio, y comimos manjares mexicanos dignos de una exigente princesa.
Volvimos por el paseo de Montejo al hotel. Y no nos terminábamos de acostumbrar a los distintos y espectaculares edificios que nos susurraban de tiempos mejores llenos de oro yucateco. Se sucedían una detrás de otra palacetes o mansiones que parecían sacadas de un cuento. Muchas de estas edificaciones están destinadas a ser sede de instituciones públicas y privadas como embajadas, museos, o residencias oficiales.
Al día siguiente nos esperaba un largo camino en guagua y barco a las isla de Holbox.
Llegamos a Chiquilá después de casi 5 horas en bus de ADO (empresa nacional de bus. Compramos el billete con BUSBUD y sale por unos 25 euros) para coger el barco a Holbox (ida y vuelta por unos 20-22 euros). Ya en la isla nos llevó una especie de tuktuk o carrito de golf realzando el parecido a anteriores viajes a algunas partes de Asia (unos 25 euros).
Esta isla tiene unos 40 kms de largo y 2 de ancho, y residen algo más de 1000 personas en su territorio. Holbox es parte de la reserva de la biósfera y Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam. Por lo visto la mayoría de los lugareños están concienciados en la protección de la fauna que allí reside. Así que el turismo que allí se hace tiene una tendencia claramente sostenible. Por ejemplo, dentro de la isla no hay pavimento, sino arena blanca, lo que permite el desplazamiento peatonal. Los medios tradicionales de transporte son los carritos de golf eléctricos o de gasolina y la bicicleta.
Nuestro plan en la isla era sencillo: descansar y disfrutar del hotel y la zona donde nos alojábamos. Aún así dio para visitar el cenote Yalahau, que desde nuestro punto de vista es menos espectacular que los cenotes que visitamos hasta entonces. Visitamos la preciosa Reserva de aves de Punta Mosquito. Y disfrutamos de los atardeceres que nos regaló la isla dejándonos simplemente llevar.
La isla es famosa por su bioluminiscencia. La bioluminiscencia es un fenómeno natural que ilumina al mar debido a la acción de microorganismos al chocar con las olas. Se ve fácilmente cuando es de noche.
El Hotel Spirit en el que nos alojamos nos gustó mucho. Es verdad que decidimos que en esta isla íbamos a hacer mas uso de la habitación que en otros sitios del viaje. Así que decidimos gastar algo más. Era una habitación muy amplia (Master Suite) con vistas al mar y una decoración muy chula. Aunque tenía algunos detalles que nos hacen no calificarlo como de lujo, como mosquiteras rotas o el manillar de la puerta suelto. Pero nosotros nos sentimos como si estuviéramos en el hotel más lujoso del mundo. Nos encantó.
El desayuno era bueno y potente, aunque no muy variado (fruta, algo de pan con mantequilla y mermelada y un plato a elegir entre tortitas, una especie de torrijas, y varios tipos de huevos).
La duración del trayecto en bus desde Chiquilá (puerto de acceso a y desde Holbox) a Cancún fue algo más de 2 horas. Volvimos a utilizar la empresa de buses ADO. Se pueden comprar los billetes en su estación, como hicimos esta vez, o por internet, que es como hicimos desde España para el trayecto Mérida a Holbox. El trayecto Chiquilá-Cancún cuesta unos 16 euros. Hemos de decir que los buses son cómodos y tienen aire acondicionado. Recomendamos hacer estos trayectos en bus (Mérida-Chiquilá-Cancún) al ser largos y no siempre estar bien indicados.
Por fin aparecimos en la que según Tripadvisor es una de las 3 ciudades en el mundo con más afluencia turística: La capital del estado de Quintana Roo: Cancún.
Al llegar algo cansados al hotel, la primera tarde la dedicamos a ser turistas de los que no salen del hotel ni de la piscina. Daniela estaba encantada, claro está. Al día siguiente nos asomaríamos a ver qué nos deparaba Cancún.
El bus/guagua local cuesta unos ridículos 12 pesos. Pasan contínuamente por la zona hotelera hacia y desde el pueblo de Cancún. Y la excusa que encontramos para salir del hotel fueron los mercados sobre los que habíamos leído. Hacemos spoiler: nos decepcionaron. La razón: porque están claramente hechos (por lo menos los que visitamos) para turistas y no para la gente local.
Empezamos por el que quizás más nos gustó pero tampoco nos entusiasmó: Mercado 28, especializado en artesanías. Es como un pequeño centro comercial con puestos todos similares. Hay algún restaurante también, y en seguida lo recorrimos no dándonos la sensación de auténtico. Cabe decir que ya nos lo esperábamos en Cancún, como capital turística que es.
Otro mercado que visitamos fue el mercado de “La isla”, centro comercial como los de Estados Unidos y con precios europeos. Cancún es la base para la visita de la península de Yucatán para muchos turistas, sobre todo de Estados Unidos y España. Y por eso creemos que los precios son a veces absurdamente caros, como los hoteles, o la supuesta artesanía. Nosotros, si acertamos en algo, fue al decidir que Cancún no fuera nuestra base en este viaje.
Las playas de Cancún tenían sargazo y el viento parece ser habitual, así que no ayudó a la hora de compararlas con las playas de Canarias, que es de donde venimos.
La primera conclusión a la que llegamos es que Cancún es totalmente precindible para visitar la península de Yucatán. No solo por precios sino por comodidad.
Recomendamos alquilar un coche y visitar tranquilamente cada sitio. Aunque el alquiler de coche es verdad que es caro (unos 100 euros el día más gasolina), es más barato que pagar por excursiones desde Cancún. Además esto hace que llegues antes a los sitios que visitas que los buses llenos de turista que llegan de Cancún encima cuando más calor hace. Evitas madrugones. Ganas en flexibilidad no dependiendo de nadie. Si no te sales de las vías principales, la tan temida mordida(policías que te hacen pagar una comisión ilegal para no tener multa) no se dejará ver.
– Bacalar
– Las coloradas y río lagartos
– Celestún
– Ruinas Mayas de Uxmal, Ek Balam, o Cobá (no las visitamos porque estaban cerradas el mes de nuestro viaje)
– Pueblos mágicos: Maní en especial.
– Hacienda henequenera Sotuta Peón
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