Lanzarote es tierra de fuego. Es una isla con estética Manriqueña de casas blancas de no más de 2 pisos, y un color que sabe a antiguo.
Lanzarote son paisajes de otro mundo. Lanzarote es el trabajador que se esconde detrás de la arena blanca de sus playas con un buen vaso de uva malvasía fermentada. Es ese gorro que da sombra si al lado no hay palmeras. Es esas cholas que aplauden cuando a ti te pasean. Es ese abrigo que guardas por si algún día vuelves a la península. Es ese rofe negro que te canta.
Lanzarote es una isla de viento que te acaricia si sabes mimarla y así seca tu piel sin tú darte cuenta. Es ruido de silencios que hablan mientras tus pies descalzos se resbalan sobre las piedras que llevan al agua. Es rugido de olas negras que te arrullan si te conocen desde hace tiempo. Es el burro que lleva una caña de bambú por si hay pesca.
Lanzarote es tierra de fuego, es tu mundo de rojo arcilla, blanco Manrique y negro lava. Lanzarote es tierra de fuego de ese volcán que sabes llevas dentro.
