NÁPOLES
Nápoles fue fundada por los griegos y luego fue sumando historia, cultura y patrimonio arqueológico cuando aquí vivieron y/o gobernaron los romanos, bizantinos, normandos, aragoneses, franceses y españoles.
Nápoles es, desde la mirada del visitante, pizza, calcio (fútbol italiano) y mafia. Pero desde dentro parece más ser la religión en sus diversas formas de urbe católica travistiendo sus santos con formas de Maradona, de pequeño monje (‘O Muniacello) y de café espresso.
Por eso remendamos una entretenida película con “Fue la mano de Dios” (Paolo Sorrentino, 2021) IMDB: 7,3, donde aparecen distintos sitios y personajes locales basados en vivencias del director napolitano Sorrentino. En ella las leyendas (futbolísticas o no), están presentes en casi todo momento.
Aquí llegamos después de visitar la bonita costa amalfitana.
CAFÉ NAPOLITANO
Cada mañana, el espresso se celebra con una liturgia casi religiosa: se limpia el paladar con un sorbito de agua, para después seguir con un trago largo de café. Es el blasfemo o el turista quien suele incumplir esta tradición.
La cultura y tradición napolitana del café tiene hasta su propia cafetera, muy identificable por su largo mango para prensar. La napolitana o cuccumella, es una cafetera que no utiliza la presión generada por el vapor para empujar el agua a través del café, sino exclusivamente la fuerza de la gravedad. Quizás por eso sale el café espresso más espeso que jamás hayamos probado.
REPOSTERÍA NAPOLITANA
La repostería napolitana es también uno de los fuertes. Su sfogliatella se debe probar sin falta y ver si mejora las de Amalfi o Positano. No faltan pastelerías en cada esquina no ocupada por algún tipo de pizzería o cafetería de café espresso.
PIZZA
En cuanto a pizza, aquí es donde se inventó. La pizza margherita con mantel a cuadros es la estampa napolitana de interior más reconocible.
Aquí la pizza se hornea tan sólo 90 segundos tras la fermentación de la masa durante más de 8 horas.
Cabe destacar que no hay ninguna pizzería que se precie que no tenga una fotografía de Sofía Loren.
TRANSPORTE EN NÁPOLES
El centro histórico de Nápoles es bastante compacto y fácil de recorrer andando.
METRO: Existe desde 1903 y tiene algunas de las paradas más bellas de Europa. Tiene solamente 2 líneas, donde la 1 se conoce como la “Línea del Arte”, y es una visita en sí misma. El precio de un billete simple es 1,5€, y el diario 4,5€. Los billetes diarios también se puede utilizar con el bus.
BUS: Tiene 150 líneas que conectan Nápoles con la periferia. Los precios son los mismos que el metro y los billetes son utilizables en ambos.
TAXI: En Nápoles los taxis son blancos, y los precios son similares a otras ciudades italianas. El precio del aeropuerto al centro rondará los 25 euros.
FUNICULAR: Hay 3 líneas y cuesta 4€. Se suele subir para descansar del bullicio y disfrutar de las vistas. Es una bointa experiencia para los niños.
FUNICULAR Y EL VOLCÁN DEL VESUBIO
No falta el funicular tan típico de la zona debido al empinamiento de la costa por toda la región. Desde esta especie de segundo piso de la ciudad se puede contemplar el golfo de Nápoles con la silueta siempre difuminada del Vesubio al fondo. Esta es una ciudad que todos los días se levanta a la sombra de este volcán y comprueba si ha despertado. Quizás por ello impera ese carácter nervioso y bullicioso tan famoso que es el napolitano, y que es el que esperas ver y oir ya antes de llegar. Por todo ello, el volcán siempre ha sido fuente de leyendas y supersticiones.
En funicular se puede subir a sitios como el castillo Sant’Elmo, con la cartuja de San Martino y su museo. O también a Capodimonte, que exhibe una soberbia colección de arte en su palacio y conserva los espléndidos jardines del pabellón de caza. Su precio: 4 euros.
VIA SCAPPANAPOLI
El callejero está cortado de plano por la Via Scappanapoli (vía San Biagio dei Libraiya) desde el trazado urbanístico de los griegos. Esta calle, que es totalmente recta, divide el centro antiguo de la ciudad en norte y sur. Su estrechura no la hace imponente, pero a través de ella se recorre la historia de la ciudad. Es un buen comienzo para conocer con un paseo el centro de Nápoles.
PLAZA DEL PLESBICITO
En el centro, el Palazzo Reale y la plaza del Plebiscito plasman en los ojos el poderío monumental de los Borbones, que levantaron también el Teatro de San Carlos, la ópera más antigua de Europa. Su belleza impresionó al mismísimo Stendhal tanto o más que las maravillas de Florencia. Junto al puerto, las torres Castel Nuovo contrastan con su fachada renacentista de mármol. La fortaleza del Castel dell’Ovo vigila el mar a falta de faro, en el mismo lugar en el que se asentaron los colonos griegos hace casi tres milenios. Al norte de la ciudad está el Museo Arqueológico Nacional, imprescindible para empaparse de información si se planea ir a Pompeya y Herculano. Sus colecciones son los objetos recuperados de estas ciudades arrasadas por el Vesubio. Cuesta 15 euros y cierra los martes.
NÁPOLES SUBTERRÁNEA
El viaje laberíntico de Nápoles Subterránea es viajar 2400 años atrás que se remonta a los antiguos griegos o a refugios de la Segunda Mundial. consiste en una red de túneles a 40 metros de profundidad (o 100 escalones). Los tours los realiza la Asociación Cultural Nápoles y puedes consultar los horarios en su página oficial. No es apto para claustrofóbicos.
Hay dos opciones para recorrer la Nápoles Subterránea: un tour guiado en español desde la Piazza San Gaetano, 68, de unas dos horas, o bajar desde la iglesia San Lorenzo Maggiore, un tour que dura una hora y se puede hacer sin guía, aunque es más recomendable reservar esta visita guiada en español.
La opción más fácil es bajar dos metros de profundidad desde la iglesia San Lorenzo Maggiore para encontrar restos de origen greco romano como el antiguo mercado de la ciudad y edificios del siglo IV a.C.
UNA URBE CATÓLICA Y POLITEISTA
Como toda Italia, Nápoles tiene un claro origen católico. Pero la mezcla de leyendas, mitos futbolísticos, deidades agoreras y altares callejeros, hacen de Nápoles un ente politeísta que es fácil de descubrir tras dos simples y perfectos espressos que te tomes. Ningún culto se deja de lado, y hasta la ropa tendida hace bandera de ello. Entre esta ropa será fácil que cuelgue una camiseta de Maradona jamás olvidada. Los palacios desconchados a veces llevan inscritos indicaciones a grafitis futbolísticos y sus calles estrechas realzan la basura olvidada.
En cuanto a la basura callejera, desconocemos si los basureros están en una huelga que nunca termina. Y sabiendo de la cultura camorrista del lugar, y que la mafia es famosa por ostentar este servicio público en distintos lugares del mundo, entre pizza hundes tus sospechas. La decadencia se impone sobre la belleza. Los chándales hacen olvidar que nos encontramos en el mismo país que el de Milán.
Pero en cuanto a deidades las hay de todo tipo. La mayoría católica se impone con santos y vírgenes varios, pero entre las leyendas quizás sea la nariz de Fulcinella la que destaca. Lo que está claro que a quien más se adora en esta ciudad son el volcán del Vesubio y a un futbolista: Diego Armando Maradona.
MARADONA
Aún habiendo pasado 40 años, no hay un niño napolitano que no sepa quién fue Diego Armando Maradona. A finales de los años 80, llegaba al equipo local de la ciudad más pobre de Italia el jugador más caro del mundo. Cuando llegamos, debido a nuestra falta de interés futbolístico, no sabíamos que el Nápoles estaba a punto de proclamarse campeón de la liga italiana de fútbol (Calcio).
El paso de Diego Armando Maradona por el SSC Napoli se rememora con el gran mural con la figura del Pelusa en el populoso Quartieri Spagnoli, donde su figura hace sombra a cualquier madonna. Incluso las indicaciones rupestres para dar con esta pintura no respetan ni las paredes de las basílicas. El Bar Nilo es la oficiosa sede de la iglesia maradoniana, donde se exhibe en modo Kitsch lo que hoy es ya una reliquia: el pelo de Maradona. Allí se advierte al turista que no se puede hacer una foto sin tomarse un café.
La estancia de este astro no se puede resumir solo en un vídeo de grandes jugadas y entre otros, recomendamos las visualización del genial documental “Diego Maradona” (IMDB: 7,9) del director Asif Kapadia (en su haber tiene entretenidos y oscarizados documentales como “Amy” o “Senna”) . En este documental se narra muy bien cómo en el Mundial de Italia de 1990, la semifinal en Nápoles entre Argentina e Italia, supuso el comienzo de una grave crisis entre la ciudad y su ídolo. A partir de entonces Italia no miró para otro lado en los controles antidopaje.
Tiempo más tarde, el estadio del Nápoles se llamaría (y sigue llamando) Diego Armando Maradona, sustituyendo al del santo San Jenaro.
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