NUESTRA EXPERIENCIA EN EL HOTEL RAYAVADEE

HOTEL RAYAVADEE: lujo asiático

Como contamos en nuestra entrada VIAJE POR TAILANDIA EN 10 DÍAS era nuestra luna de miel, y llegamos a Tailandia con sólo las dos primeras noches de hotel reservadas. El resto lo reservaríamos allí mismo. Pero sí, habíamos echado un ojo a varios alojamientos antes de partir, y nos habíamos enamorado de un hotel: el Rayavadee . Parecía un amor imposible, de esos amores platónicos que no piensas que pueda llegar a materializarse.

Las habitaciones más baratas, o mejor dicho, menos caras, no estaban disponibles. La más asequible ascendía a casi 700 euros! Así que le dimos a la X para cerrar la pantalla del ordenador e hicimos las maletas tratando de olvidar que alguna vez habíamos visto ese lugar.

Ya en nuestro viaje, concretamente en la isla de Ko Phangan, teníamos que decidir cuál sería nuestro siguiente destino, y una noche comenzamos a buscar alojamientos en Krabi. Nos vino a la mente aquel hotel. Pusimos en el buscador “Rayavadee” y tachán!!!!! había bajado de precio más de un 50%!! Aún así era muy caro, mucho más de lo que nos habíamos gastado nunca en una noche de hotel. Pero ¡era nuestra luna de miel! Y nos habían caído unos euros inesperados en nuestra boda. Esa oferta parecía tener nuestro nombre. Así que nos miramos, sonreímos y nos dijimos: ¡una vez en la vida!

Reservada la noche de hotel (una), nos pusimos en contacto con el alojamiento para consultar la mejor forma de llegar. Como no, tenían un servicio de transfer. En realidad dos, uno compartido y otro privado por el doble de precio. Pensamos que ya que estábamos en disfrutar como millonarios, por 30 euros más nos quitábamos la preocupación de buscar cómo llegar al hotel y disfrutaríamos más tiempo de la magnífica playa de Railay.

Trayecto al Rayavadee
Trayecto al Rayavadee

Así que aterrizados en el aeropuerto de Krabi, nos vino a buscar un señor vestido de un blanco impoluto y con guantes y nos llevó a una lancha con asientos de piel blanco impoluto. Todo aquello era raro, pero debía ser normal para la jet set.

En el trayecto ya pudimos disfrutar de las maravillosas vistas de las famosas formaciones rocosas de Krabi, que deben ser el paraíso para los escaladores.

Nuestra llegada

Cuando llegamos al hotel nos esperaban unas mujeres amabilísimas con una copa de té con hielo, una flor, y una toallita húmeda refrescante con un rico aroma. No hicimos una cola para registrarnos en el hotel. Nos sentaron en unos sofás y vino otra chica a tomarnos los datos. Nuestras maletas ya estaban de camino a la habitación y nosotros preguntándonos cuánta propina se daría en estos casos.

Bienvenida en el Rayavadee
Bienvenida en el Rayavadee

Nos pusimos en marcha para llegar a la habitación. Y es que era un paseo. Las habitaciones del Rayavadee están escondidas en medio de una frondosa vegetación y al abrigo de las altas rocas de Railay. En el camino escuchábamos el ruido de animales desconocidos e intuíamos monos saltando de palmera en palmera.

Cuando llegamos a la habitación era mejor de lo que esperábamos. Era una casa con piscina. Sí, una casa de dos plantas. Todo decorado con un gusto exquisito y mobiliario comodísimo. Ahí nos estaba esperando el hombre que había llevado las maletas. Nos enseñó la habitación (bueno, la casa) y nos dijo que con suerte podríamos ver monos desde la ventana de la planta alta.

Habitación Rayavadee
Habitación (casa) en Rayavadee

Dejamos nuestras cosas en el dormitorio, nos pusimos el bañador y nos hicimos un té para acompañar unas galletas con muy buena pinta que nos habían dejado de cortesía. Nos sentamos en la terraza a disfrutar del momento antes de irnos a investigar la zona. Y de pronto… ZAS! el bote de galletas había desaparecido! ¡Esos monos que vivían en lo alto habían puesto las patas en el suelo para poner patas arriba nuestra merienda! Con un poquillo de susto en el cuerpo pero con risas, nos fuimos a descubrir el paraíso en el que estaba anclado el hotel.

Lo primero que te encuentras al dejar atrás el perímetro del Rayavadee es la playa Hat Phra Nang, espectacular. El Rayavadee es el único hotel en la playa así que tanto en las primeras horas de la mañana como en las últimas de la tarde, la playa está prácticamente vacía. Para nosotros es una de las playas más bonitas que hemos visto nunca. A un paseo se encuentran las otras playas de Railay, también muy bonitas pero más urbanizadas y con un mayor ajetreo, así que nos quedamos con la primera. Poder disfrutar de esa playa todo el día, con acceso directo desde el hotel fue el mayor lujo que pagaron nuestros 300 euros.

Hat Phra Nang
Hat Phra Nang

Por la noche cenamos en el restaurante del hotel y nos dimos el gusto de tomar unos cócteles buenísimos en la cueva. Espectacular.

Cócteles en la cueva del Rayavadee
Cócteles en la cueva del Rayavadee

Dormimos como angelitos y despertamos al día siguiente dispuestos a disfrutar de un desayuno con maravillosas vistas a la playa. No defraudó. Zumos naturales, fruta fresca exquisita, dulce, salado… Todo estaba buenísmo y cargamos las energías más que suficiente. Tanto que ese día no comimos, sino que merendamos en un pequeño buffet que ofrecían de manera gratuita para los clientes del Rayavadee. Eso que nos ahorramos.

Desayuno en el Rayavadee
Desayuno en el Rayavadee

Una sorpresita

Después de pasear por las playas, de caminar por la zona y de plantearnos subir al mirador de Railay para descartarlo en medio minuto, volvimos a despedirnos de nuestra habitación con un baño en la piscina. Estábamos muy a gustito los dos solos a remojo, no esperábamos visita. Pero unos animales peludos a cuatro patas y con cola larga empezaron a aparecer por la cancela de la parcela. Uno tras otro, tras otro. Los había grandes, pequeños, hembras con sus crías colgando… era un desfile. ¿30 monos? No exageramos.

Se adueñaron del lugar. Uno se subió al picaporte de la puerta para intentar abrirlo, otro a la ventana del piso superior con la esperanza de que estuviera abierta. Un par decidieron probar el agua de la piscina pero debía estar demasiado calentita para ellos… Y nosotros allí. Inmóviles viendo el espectáculo. No sé cuanto duró, pero nos pareció eterno. Hasta que de repente se marcharon. Otra vez en fila, uno detrás de otro. Sin decir adiós. Lo del día anterior con el robo de las galletas había sido una anécdota que contar. ¡Esto ya se pasaba de castaño oscuro!

En fin, que recogimos nuestras cosas que a lo tonto se había hecho la hora de dejar la habitación (la casa) y nos fuimos a la piscina del hotel. Muy bonita, de cara a la playa de Hat Phra Nang, rodeada de vegetación. Disfrutamos mucho del ratito. Merendamos, como contamos antes, y nos despedimos del Rayavadee seguramente para siempre. O no 🙂

Piscina Rayavadee
Piscina Rayavadee

Nuestro veredicto

Nuestro veredicto: un diez de hotel. Si tuviéramos la oportunidad de volver al Rayavadee volveríamos sin duda. El servicio, las habitaciones, las instalaciones, el lugar en el que se halla lo merecen. Aquella noche en “la cueva” tomando un cóctel escuchando el sonido del mar a la luz de la luna y pasear a primera hora de la mañana totalmente solos por una de las playas más bonitas del mundo es de las cosas que recordaremos siempre de nuestra luna de miel. Y todo a pesar de los monos.

Si quieres echarle un ojo al hotel, mira aquí: hotel Rayavadee

Y si quieres leer más sobre nuestro viaje a Tailandia aquí te dejamos VIAJE POR TAILANDIA EN 10 DÍAS y si tienes alguna pregunta o curiosidad sobre nuestra experiencia en este hotel, déjanos tu comentario!!

Si vuelas a Tailandia o Asia en general, siempre hemos tenido muy buena experiencia con la aerolinea Qatar airways.

¡¡Saludos viajeros!!

Isabel Bautista García
Isabel Bautista García

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